DOCE ROSAS, DOCE BESOS

Mientras tú débil y algo tímida
me deleitabas con tus -añoranzas,
mi alma andaba perdida,
buscándote doce rosas en mis entrañas.
La primera
Tomo mi pluma,
y escribo en tu corazón:
"te quiero" pero sin hacerte daño,
como el astil que tu amor dejó.
La segunda
Va por tus ojos,
que en temple me dejan,
y mi latir paró,
cuando se cruzan las miradas
gimiendo de pasión...
La tercera
Por tus labios, tu sonrisa,
y es que eres mi musa,
ninfa única en mi leyenda,
pregón de mi querencia.
La cuarta
Por esas palabras,
que comienzan el vuelo,
para dirigirse a tus manos asustadas,
por esas que dan tanto miedo,
cuando llevan marcada la verdad.
La quinta
Por tu ser de amapola,
ser todo un lujo en cada soneto,
el vivir la luz desde el amanecer,
y la oscuridad sin padecer.
La sexta
Por tu caminar,
en un esperado encuentro,
por romper el sutil silencio,
y esas gotitas de lástima,
dejen de manar miedo.
La séptima
Es tu pelo,
cenefa que ondea en el aire,
regento del reino de las brisas,
huracán que todo lo arrasa.
La octava
Son tus pupilas,
con desvelo de alegría,
¿cómo encontrar esa ofrenda?,
mi pulso fallecería.
La novena
Por cejar tus pómulos enrojecidos,
y callar el alma de la soledad,
o el recuerdo en la ambigüedad
cuando tenga lejana la voz.
La décima
Tu contento,
requiere que mi alma,
se convierta en flema,
de la querencia que lamento,
¡abismo que prende la tieirra!.
La undécima
Por tu primer beso,
que movió las aguas del mar,
para que tu sangre y la mía,
se fundieran en el misterio de la profundidad.
Y ésta última, porque me tendrás
siempre a tus manos,
viviendo en el sueño,
añorando el rocío de tus pétalos







Autor: Francisco Javier Fernández Sánchez